viernes, 12 de junio de 2009

¿VOTO BLANCO?…SÍ PERO…



Miguel Ángel Ramírez Jardines/RíoDoce

Cuando respondí el correo que me enviaron por Internet, en el que llamaban a votar en blanco, les decía que yo estaba de acuerdo con el argumento en general, pero que en particular, prefería ir a votar en estas elecciones, en la medida en que uno de los candidatos del distrito en el que vivo, y por el cual yo votaría, había surgido de las filas del movimiento ciudadano, y que sus propuestas y acciones me parecían congruentes y honestas, ya que conocía su trayectoria profesional y su utilidad y compromiso social. Les mencioné que fue registrado por un partido político debido a que nuestra legislación da a los partidos ese poder, pero que sus planteamientos se orientaban a ampliar los márgenes de derecho para la ciudadanía.

Después de eso no tuve respuesta. Obviamente que no tenían intención de detenerse a discutir el asunto. Ello no quiere decir que no tengan argumentos sólidos y suficientes, sobre todo aquellos grupos y personas que, además de estar hartos de las andanzas de los políticos y de los partidos políticos a los que miran como depredadores del país, han impulsado esta iniciativa basados en la convicción de que las cosas deben cambiar hondamente en México dado que el sistema político de partidos no está respondiendo a las necesidades y aspiraciones de los mexicanos.

Efectivamente, el movimiento por el voto nulo o en blanco, es una respuesta a los partidos que se han servido de la gente, que han creado un sistema político que les deja manos libres para pactar en el Congreso de la Unión verdaderos atracos a los derechos de los ciudadanos; un sistema político en el que pueden traficar con sus influencias, mentir para impactar a través de los medios que, a su vez, se hacen sus cómplices o se convierten en sus padrinos. Un sistema político en donde lo importante no son las propuestas a los graves problemas del país, sino la mercadotecnia para seguir enquistados en los puestos, saltando de uno a otro, como es el caso del “amigo” de todos Aarón Irízar, o bien, simple y llanamente para enriquecerse con las jugosas dietas que reciben sin hacer absolutamente nada mas que ir a levantar el dedo por lo que sus jefes digan, como es el caso, por cierto, de Eduardo Ortiz, panista sinaloense del quinto distrito, que con su figura recortada en cartón, y poniendo a una muchacha a cuidar sus figurines en las avenidas, ganó, y nunca más se supo de él hasta que nos enteramos que como diputado nunca presentó alguna iniciativa de ley o alguna propuesta que le hiciera subir a tribuna a defenderla.

Tantas y tantas promesas de los políticos para obtener el voto y luego la amnesia total. ¿O dónde quedó la promesa de una ley ciudadana hecha por Aguilar Padilla?, o la que hizo Felipe Calderón de convertirse en el “presidente del empleo”?

Como es obvio suponer, esta iniciativa desarrollada por Internet, principalmente, y que ha sumado a muchos inconformes, preocupa sobre todo a los beneficiarios de este sistema político corrupto que sufrimos, pero tiene el inconveniente de que en el conteo simplemente se diga tantos “votos anulados” y que pierda la efectividad a la hora de hacer aparecer los resultados como parte de un movimiento ciudadano. Más aún que ese voto nulo permita que los de siempre, es decir, los políticos que presionan, chantajean y compran votos, sean los que ganen “la elección”. Esa es la contradicción, voto nulo es también cheque en blanco para los políticos tradicionales (incluidos muchos políticos jóvenes clonados por los viejos dinosaurios).

Por otra parte, un movimiento de esa naturaleza requiere de una propuesta alternativa. Muy bien, no queremos un sistema político como el que tenemos, pero ¿qué sistema político es el que hay que impulsar? Seguramente que muchos de los inconformes que piensan, estarán planteando dar forma a una legislación que permita la existencia de candidaturas ciudadanas que no tengan que pasar necesariamente por el registro de un partido político; una legislación que ponga un porcentaje de votos para que el electo tenga legitimidad y pueda asumir el cargo, y si no alcanza ese porcentaje, entonces a una segunda ronda con la posibilidad de que surjan nuevas candidaturas ciudadanas. Una legislación que incluya la consulta constante a los votantes para lanzar iniciativas, con mesas de recepción de ideas y proposiciones; que incluya las figuras (que siempre las han hecho aparecer como utópicas) del plebiscito y el referéndum, y sobre todo la de revocación de mandato para quienes traicionen a sus electores. Una legislación que asegure la información suficiente y veraz y el debate de propuestas en el que participe la ciudadanía. Una legislación que obligue a los candidatos a demostrar su solvencia moral e intelectual, por ejemplo aplicándose la prueba del antidoping. Leyes que obliguen a dar a los legisladores y todo funcionario público sueldos y prestaciones decentes, no abusivas e insultantes como hasta ahora.

Así pues, la propuesta tiene hondas raíces democráticas, pero todavía necesitamos darle precisión. Lo que sí es cierto es que este sistema político basado en una partidocracia, ya no sirve. Hace falta una reforma de fondo. Por eso mi voto irá por el lado de un ciudadano que hoy es el mejor abanderado, creo yo, del sentir y de las propuestas de los ciudadanos libres, y que es necesario que llegue al parlamento mexicano para defenderlas. Por eso subrayo: “la ciudadanía al congreso”. Mi voto será efectivo, ni blanco, ni blando. jardiness@hotmail.com

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